Asado con puré de papas

El inicio

Mi plato favorito es el asado con puré de papas y arroz que hace mi mamá.

No, la mejor música no es la música de nuestra niñez. Sí, la mejor música está, probablemente, por venir. ¿Por qué “por venir”? ¿Por qué “probablemente”? Porque, llámenme optimista, considero que la gran mayoría de buenas canciones no han sido escritas todavía. A pesar de ello, sí creo que nuestra niñez nos forja de tal manera en gustos y costumbres que condiciona el hecho de que, 20 años años más tarde, pueda yo deleitarme escuchando el disco New Wave del grupo Against me! en repeat al infinito por 6 semanas consecutivas. Esta entrada narra la improbable historia de cómo di con el grupo.

Against me! es un grupo al que llegué por los caminos misteriosos de Spotify hace como un mes. El camino es misterioso pero no desconocido, con lo que lo cuento a continuación (en realidad lo cuento en el último párrafo, el resto es solo relleno preludio más o menos innecesario. Pero en realidad si ya has decidido leer esto, no veo por qué no continuarías leyendo todo. Al final: el texto íntegro puede considerarse innecesario desde el inicio).

Mi relación con Spotify

En Spotify yo solo tengo una lista de reproducción. Esto no es cierto, tengo muchas listas de reproducción: 40 según mi cuenta rápida. De esas, creo que 3-5 han sido creadas por mi (sí: siendo tan pocas podría haberme dado el trabajo de comprobar si eran efectivamente 3 o 5). De esas solo una tiene un propósito más allá que un evento en concreto (reunión, fiesta o recopilación grupal). Ja, “fiesta”, cómo si organizase yo fiestas: reunión o recopilación grupal. No estoy seguro porque esa “única lista de reproducción” se llama “Selection” pero, a partir de ahora, la llamaremos La Lista. Yo atribuyo el nombre a un valor por defecto en una migración del sistema de “favoritos” de una joven Spotify en los inicios de los 2010s (por cierto, esto se lee: “los dosmildieces”, no “los dieces”).

La Lista es la única a la que agrego canciones activamente, entendiendo “activamente” como “al menos una canción en el último año”. Tiene 924 canciones a fecha 06/03/2021 (formato europeo de fecha) que suman 58h57m de música. Aquí probablemente hay que extraer 9m58s de una canción que se llama 10 Minutos Anti Mosquitos. Sonido Phone Ultrafrecuencias No! (蚊 / Moustiques / Mücke) Control Ultra Sound - Single no porque no merezca estar (nunca he eliminado una canción de esta lista) pero porque no sé yo si pueda considerarse música. No la recomiendo. No solo no está a la altura del resto de canciones en la lista: tampoco hace honor a su nombre (por 2 segundos).

Dejando las preferencias por sonidos agudos y constantes de lado, estoy dispuesto a admitir que la mía no es la manera común de organizar música. Siempre que me encuentro en la situación de tener que defender mi elección de organización (o de desorganización) musical con otras personas, la posición contraria suele ser una organización de canciones por un tema en común. Pongo a continuación y como ejemplo algunas de las listas ajenas a las que estoy suscrito. Nacionalidad de músicos o lengua: “Brasileros”, “Italiani Indie Rock”, “Rock en Español”. Época: “Canciones del Recuerdo”, “Playlist no tan nuevo”. Eventos: “Año nuevo 2016”, “14defebrero”. Género (musical): “Alternative RULES”, “Rock Indie”, etc.

Las tres razones

No tengo nada en contra de esa organización, es más: si tengo 39 listas de este tipo es porque les veo valor. Mi reticencia a clasificar la música que “me gusta a mi” tiene varios puntos. Para empezar, tengo una aversión visceral por sobre-etiquetar (personas, cosas y gustos). Yo lo hago, todos lo hacemos. Pero no me gusta: es simplista, irracional y niega la complejidad inherente de la vida cotidiana. Por poner ejemplos concretos: no me gusta asumir que alguien es “de un partido político”, es alguien al que “le gusta las bicicletas”, “no tiene su cama” o “no le gusta el chocolate”. Ojo, es sobre-etiquetar lo que no me gusta.

Yo culpo aquí tanto a las personas que etiquetan como a los etiquetados. Los primeros (los que etiquetan) creo que están llevados por un ansia bastante humana de pensar que “lo que tiene nombre y etiqueta está controlado”. Como cuando el doctor le pone nombre a un problema incurable que tienes: generalmente es tranquilizador. ¿Por qué? Eso ni te cura ni te ayuda. Pero, de alguna manera, poner las cosas en una caja nos hace creer que “estamos decidiendo” y que “no estamos a la merced de la incertidumbre del universo” o de “poderes misteriosos”. Los segundos (los etiquetados) están motivados por encajar en algún grupo o estereotipo para no tener que pensar qué es lo que quieren en la vida de verdad: externalizan en conocidos y desconocidos decisiones tan importantes (quizá las más importantes): quiénes son, qué les gusta y qué quieren hacer de su vida.

El segundo punto sobre clasificar música viene justamente del etiquetado en sí mismo. ¿Qué etiqueta le pongo a “White People for Peace”? ¿Punk? ¿Música de los 2020s? (dosmilveintes) ¿Música que escuchaba cuando vivía en Toulouse? Ni aún pudiendo ponerle las tres etiquetas llegaría a estar satisfecho (y ni comencemos con la clasificación jerárquica o no-jerárquica: ese es otro dolor de cabeza en sí mismo). Si una canción me gusta: ¿quiero realmente saber por qué? ¿hay alguna diferencia “intrínseca” entre dos canciones que me gustan que me permita ponerlas en dos grupos? ¿Puedo jerarquizar el placer que me aportan? No, no y no. Es más: me incomoda tener que tomar el compromiso de “esta canción la escucharé cuando escuche esta lista”. ¿Qué pasa si cambio de parecer? ¿Tengo que mover la canción a otra lista donde “encaje mejor”? Me parece ridículo.

El tercer y último punto es la excusa que he creado para poder justificarle a conocidos y desconocidos mi método de organización. Un método de organización tiene que estar al servicio del uso que se le dará a lo organizado. Algunos criterios sencillos de organización que son aplicación de esta regla: lo que se usa al mismo tiempo tiene que estar en el mismo lugar; lo que se usa más tiene que estar más a la mano. Un ejemplo del primero es que guardamos toda la ropa y accesorios de ski en un mismo sitio a pesar de no ser de la misma naturaleza. Un ejemplo del segundo es que en verano guardamos todas las cosas de ski (y ropa de invierno) en algún cajón menos a la mano porque ocupa mucho espacio y no lo vas a usar en varios meses (a menos que consideres un desplazamiento de hemisferio terrestre).

La Lista

Para mi, el almacenamiento de música tiene varios propósitos: 1) debo ser capaz de buscar fácilmente la canción que busco, 2) el orden en el que se escucha la música tiene que ser medianamente compatible y, como todo en la vida, 3) tiene que ser simple. Mi caótica lista única, ordenada por fecha de inclusión no es perfecta como técnica de organización / almacenamiento pero cumple con estos tres criterios aceptablemente. Si una canción me gustó, sé que estará ahí. Si pongo play en algún lugar, escucharé la música que me gustaba “en esa época”. De hecho no suelo escuchar muy seguido La Lista de corrido: su principal propósito es el de buscar canciones que me vienen a la cabeza pero que no sé exactamente cómo se llaman y sé que me gustaron. Una vez encuentro la canción, pueden pasar una de tres cosas: o dejo a Spotify continuar con las canciones que siguen en La Lista; busco el artista y pongo más música de ese artista; o busco otra canción (en la lista o fuera). Solo imaginar tener que hacer esa búsqueda en más de 4 listas de reproducción cada vez que busco una canción me genera angustia.

Quiero dejar claro que se me ha pasado por la cabeza el que esté equivocado. Claro que he pensado que tal vez el problema no son los otros y soy yo y que donde yo veo una resistencia a la pretensión universal de clasificación de la música realmente albergo en mi una incapacidad de discernimiento o gusto musical. Después de todo, de más joven recuerdo que me consideraba fan de discos recopilatorios (hechos por otras personas, siempre) y que gracias a ellos conocí muchos artistas y canciones que escucho hasta ahora (algunos, incluso, están en La Lista).

Cómo encontré al grupo

Y con esto llego, lentamente, a las circunstancias bajo las cuales encontré el grupo. Primero, una decepción: no sé cuáles fueron las circunstancias de la primera vez que escuché una canción de Against me!. Empecemos, entonces, por los datos que sí he podido recuperar de Spotify, en orden cronológico:

  1. Entre finales y 2017 y mediados de 2018 un podcast llamado I Only Listen to The Mountain Goats (que recomiendo encarecidamente) debutó con su primera temporada. Como resultado de eso, un álbum con las canciones de cada episodio salió y fue vendido (y comprado por mi dos veces en digital sin que sea un error). No estoy seguro si este álbum cuenta como recopilatorio: les dejo decidir después de escuchar la primera temporada del podcast.
  2. Una de las canciones (la primera) es cantada por la artista Laura Jane Grace. Fundadora e integrante del grupo Against me!.
  3. Según Spotify, en mayo de 2018, añadí una canción de Against me! a mi lista: Baby, I’m an Anarchist!.
  4. En marzo de 2019, agregué otra canción de Against me!: People who Died. No recuerdo exactamente cómo llegue a estas dos canciones pero es posible que haya sido por el disco de Moutain Goats. También puede haber sido por recomendaciones aleatorias de Spotify o por artistas parecidos.
  5. A inicios de 2021, me encontré escuchando La Lista en modo aleatorio (inicialmente de casualidad, pero la dejé por varios días). Caí en “Baby, I’m an Anarchist”. Siguiendo mi protocolo de escucha, busqué al grupo y lo encontré.